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Cuando surgen conflictos sucesorios en familias con personas afectadas por demencia

Marco Aurélio Gomes Veado

3 min read

June 5, 2025

La demencia no solo afecta a quien la padece: transforma los vínculos familiares, a menudo de forma dolorosa y permanente. Uno de los temas más delicados que puede surgir es el conflicto por la herencia.

A medida que la persona pierde autonomía, decisiones sobre bienes, poderes legales y testamentos pueden generar tensiones familiares profundas.

Image generated by AI (Freepik)

El costo oculto del deterioro cognitivo

Después del diagnóstico de Alzheimer u otra forma de demencia, el enfoque suele centrarse en la atención médica. Sin embargo, en segundo plano, emergen asuntos legales y financieros urgentes. ¿Quién administrará las cuentas? ¿Debe venderse la casa para costear los cuidados? ¿El testamento fue actualizado mientras la persona aún tenía capacidad legal?

Cuando no se abordan estos temas con tiempo, las diferencias de interpretación entre los familiares pueden desencadenar conflictos emocionales y legales.

Capacidad y consentimiento: un terreno legal incierto

Una pregunta habitual es: ¿la persona tenía capacidad mental cuando firmó el nuevo testamento? ¿Hubo manipulación o presión? Estas dudas son dolorosas y difíciles de resolver. Los tribunales suelen basarse en evaluaciones médicas, pero los desacuerdos entre familiares son comunes, especialmente en etapas tempranas de la enfermedad.

El papel del poder legal (POA)

Nombrar un poder legal duradero puede prevenir el caos, pero también generar sospechas. Si un hijo o hija asume este rol, otros pueden cuestionar las decisiones financieras o sentirse excluidos.

La transparencia es clave: compartir información y mantener registros claros puede reducir la desconfianza.

Más que dinero: la carga emocional

En muchas familias, la herencia representa más que dinero: simboliza reconocimiento, legado y emociones profundas. Cuando la persona con demencia pierde voz, los familiares pueden proyectar conflictos pasados o expectativas personales.

El cuidador principal puede sentir que merece más, mientras otros perciben injusticias. La demencia amplifica tensiones familiares que ya existían.

Prevenir es cuidar

La mejor forma de evitar disputas es planificar con antelación: redactar un testamento, designar un poder legal y establecer directrices claras mientras la persona aún tiene lucidez.

Puede ser incómodo, pero es un acto de amor y responsabilidad.

Cuando el daño ya está hecho

Si el conflicto ya ha surgido, la mediación familiar puede ser una vía más compasiva que los tribunales. Un mediador neutral puede ayudar a las partes a enfocarse en lo esencial: el bienestar y la dignidad de la persona afectada.

Conclusión

La demencia puede fracturar incluso a las familias más unidas, pero no tiene por qué ser así. Al reconocer a tiempo los retos emocionales y legales, las familias pueden proteger no solo sus bienes, sino también sus relaciones.

En MCI and Beyond creemos que con educación, empatía y un diálogo sincero es posible convertir los momentos difíciles en oportunidades para profundizar en el entendimiento.

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