desiringGod
Todos los martes, Violeta sonríe cuando la visito y le cojo la mano, pero no recuerda que soy la amiga que ha ayudado a cuidarla durante los últimos cinco años. Los cuadros enmarcados de punto de aguja con los que decoraba su casa con tanto cariño se olvidaron hace tiempo, y ahora se sienta en la mesa de manualidades aturdida, como si nunca hubiera cogido unas tijeras.
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