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Dementia UK
Mi madre, Anna, era la persona más fuerte que he conocido. Crió a tres hijas sola, haciendo malabarismos con múltiples trabajos, a menudo en turnos de día y de noche. Aunque esto significaba que no podía pasar tanto tiempo con nosotras como le hubiera gustado durante mi adolescencia, nos enseñó a ser mujeres fuertes, independientes y trabajadoras. Mamá era más feliz cuando cocinaba y daba de comer a la gente. Le encantaba invitar a amigos y familiares y verles disfrutar de su comida. Era una cocinera increíble. Pero cuando entró en los 70, empecé a notar cambios en su comportamiento. Se le acumulaban los documentos y el papeleo, y dejaba facturas sin pagar. Se había vuelto olvidadiza y a menudo dejaba la comida quemándose en los fogones. Empezó a retraerse socialmente y no quería recibir visitas. Era algo totalmente extraño en ella.
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